El día de hoy, en una clase de opinión pública con un destacado profesor, se revivió una discusión que estuvo de moda hace algún tiempo. ¿Fue el segundo piso del periférico una buena política pública? Para muchos no. ¿Por qué? Porque ese dinero podía invertirse en algo más útil para el transporte urbano como líneas de metro. No me queda del todo claro cuántos kilómetros de túneles de metro podrían construirse con ese dinero; pero, es cierto que hacen falta otras soluciones de largo plazo.
A mí, sin embargo, me pareció una buena opción. Si no la mejor, al menos buena. Algo tenía que hacerse al corto plazo. Las líneas de metro tardarían, según yo, mucho más tiempo (imaginen excavar en una ciudad como ésta). Claro que el segundo piso, per se, no resuelve nada. Es una medida que debe ser complementada con obras de mayor alcance.
Mi punto no es (o no era originalmente) defender el segundo piso. Lo que me resulta absurdo es que se critique la construcción de obras de este estilo porque van dirigidas a los automovilistas y no a quien más necesita ser atendido y que se promueva el uso de tarjetas de crédito y débito rifando autos. Boletazo, bancos, tiendas... ¡todos regalan coches! Como si nos hicieran falta.
¿Por qué no mejor regalan el equivalente en vales de despensa, viajes al extranjero (sin regreso) o boletos de metro?
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(Este texto se publicó originalmente en Animal Gourmet)El 23 de septiembre
pasado el patio central...
Hace 9 años.