Ayer asistí a un evento en pueblito perdido a la mitad del Valle de Guadalupe. Es el mismo lugar donde se encuentra La Escuelita, donde tomaré el curso. El pueblo se llama El Porvenir. Espero que su porvenir sea mejor que el actual, pues no hay absolutamente nada ahí.
La fiesta estuvo bien. Llegué como a las 4:10 y no había nada más que unos puestos de comida y un parque vacío. A eso de las 5 comenzó a haber más movimiento, obedeciendo a la puntualidad oficial mexicana. Total que terminó siendo como una fiesta de pueblo, con música - primero bastante "formal" para una fiesta de pueblo, aunque después ya algo más ad hoc -y puestos de comida, aunque con relativamente poca gente y vino. Me pareció magnífico que algunos productores artesanales (pequeños productores que, muchas veces, compran la uva y vinifican en algún otro lugar, como La Escuelita) llevaran sus vinos para regalar, aunque fuera un poco, a los oriundos del pueblo. El resto de los eventos son bastante caros y segregan a la población local, por lo que aplaudo este evento y a las pocas vinícolas que participaron en él.
Hoy habrá un evento en La Escuelita. Quizá los alumnos vayan a presentar sus vinos, aún no lo sé. Ya me dijeron que sí podré elaborar mi vino al finalizar el curso, aunque aún falta ver si tendré el tiempo suficiente y en cuánto saldrá el chistesito. Debo comprar la uva, rentar el equipo y rentar el espacio para guardarlo. Ya les contaré.
(El título del post es el nombre de un vino, producido por La Escuelita y Paralelo, que abrieron en público apenas ayer, según me dijo quien lo servía. Me gustó el nombre, la etiqueta y, lo más importante, el vino.)