Me gusta cuando creo que ya se terminó mi cerveza y me doy cuenta que aún queda una parte en la botella que no cupo en la copa/vaso. Eso acaba de pasarme con una Gouden Carolus Christmas -no es mi favorita pero me encanta, no me cansaré de decir que huele y sabe a la puritita Navidad embotellada- y fui sumamente feliz. Creo que es un sentimiento parecido al que despierta el creer que una película malísima todavía durará un buen rato más y termina de pronto o al pensar que llegamos al final de un libro y descubrir que hay un pequeñísimo capítulo aún.
Pd. Tengo un par de cervezas sumamente especiales (Brother Thelonious, en honor a Thelonious Monk, y Rogue XS Imperial Stout) que he traído de mis últimas visitas al gabacho. Pueden apuntarse en una lista y decidiré quién -uno, si no me dejan sin nada- es digno(a) de probarlas.
Entre tamales y cerveza tendré que ir a pegarle a la pera aún más tiempo...