martes, 20 de enero de 2009

Antisocial

Cada día detesto más a la gente en general. Sí, probablemente a ti también, aunque todavía guardo un poco de paciencia. En realidad me refiero, en esta ocasión en particular, a los limpiaparabrisas de las esquinas.

Hoy, en la glorieta de Miguel Ángel, veo venir a dos niños a lo lejos. Comienzo a mover el dedo en señal de un claro NO desde mucho antes de que lleguen a mi auto. Es más que evidente cuando me ve y ve que le digo que no, por varios segundos, pero decide ignorarme y echarle jabón a mi parabrisas. En un ataque repentino de histeria, raro en mí, le grito que le dije que no y que no tengo dinero. Dice algo inentendible y sigue limpiandolo junto con su compañero. Termina de limpiarlo, su compañero se aleja y él se queda parado junto a mi ventana. Le digo que ya le había dicho que no traía dinero. Con un brillo en los ojos entre simple travesura y maldad me dice "te va a ir mal" mientras se aleja. Se pone el siga. Voltea a la distancia y atraviesa su dedo por su garganta horizontalmente, simulando un cuchillo. ¡No podía sentir más impotencia en ese momento! Ganas de llamarle a la policía, ¿con el simple argumento de un comentario de un niño? Ganas de bajarme, ¿a pelearme y pegarle a un niño? Maldita sea.

¿Por qué alguien introdujo al ser humano en este planeta? ¿En qué punto uno de ellos desató la avalancha que nos trajo a este punto? Por eso disfruto más de viajar solo (pocas personas serían la excepción) y de comer que de convivir con el género humano.