domingo, 5 de octubre de 2008

Laja

Ayer (viernes) fui, finalmente, a comer al Laja. Se trata de uno de los principales restaurantes de esta zona. El concepto es maravilloso al igual que la comida: todo lo que se sirve ahí es cultivado en sus huertos o, en el caso de los animales, criado en los ranchos vecinos. Las preparaciones son muy simples, con el objetivo de disfrutar los sabores de los alimentos mismos y no opacarlos con una mezcla dominante. Es un menú de degustación de 4 u 8 tiempos. Obviamente elegí el de ocho...

Un plato de carnes frías cortesía de la casa (gracias a que iba con el Efra, quien conoce a buena parte de la comunidad gastronómica local) sirvió para abrir el apetito. Un caldo con verduras y "pistou" y una ensalada de lechuguillas y tomates fueron las entradas. Después una ensalada tibia de conejo con higos y un no-recuerdo-qué. Un pescado y un costillar de cordero como platos fuertes y unos sorbetes de Cabernet Sauvignon y Syrah y una tarta de ¿durazno? cerraron con broche de oro. Todo absolutamente delicioso, incluso las ensaladas con un poco de aceite de olivo y pimienta...

El lugar también es bastante sencillo pero fantástico. En el medio del valle, alejado de la civilización. El atardecer nos hizo interrumpir la comida para salir a tomar un par de fotos.

Vinos por copeo de prácticamente cualquier vino que tuvieran en la carta, todos ellos mexicanos. Sirvió para probar un par de vinos que tenía ganas de probar y que aún no tenía la oportunidad.

Por desgracia el precio de tal maravilla no permite ir a diario a comer allá, si no ya hubiera ido por segunda y hasta por tercera vez...

Aplaudo a este gran, gran, grandísimo restaurante. Alimentos más frescos no pueden pedirse y sabores más resaltados dificilmente pueden encontrarse.