Después de dos días de gran intensidad física, más de diez horas al Sol, largas caminatas, slams que casi me dejan sin rodilla, un ojo casi morado por un vaso-de-cartón volador, toneladas de tierra en mis pulmones y demás pormenores, puedo decir que sobreviví a una edición más del Vive Latino. Grandes bandas me permiten decir que esta edición me dejó más que satisfecho.
SÁBADO
El sábado llegué poco antes de la 1. Hice una fila de media hora para comprar mi boleto de última hora. Corrí para llegar a ver a Ceci Bastida a la 1:25 en el escenario azul, del ooooootro lado del Foro Sol (las caminatas ahí, para quienes no han asistido nunca, no se caracterizan por ser cortas). Prendió poco a la gente, pues nadie parecía conocerla, hasta que entonó, junto con su teclado de viento característico, un par de canciones de Tijuana No, grupo donde tocaba junto a Julieta Venegas. Dejó un buen sabor de boca, aunque resultó un inicio muy tranquilo.
De ahí al escenario principal a ver a Reel Big Fish, grupo de ska gringo. Bastante bien. Sirvió para entrar en calor.
Después una grandísima basura llamada Six Million Dollar Weirdo (a quien el guste... lo siento). Salieron disfrazados al escenario cual trasvesti a media Zona Rosa y convocaron a buena cantidad de gente, pero yo aproveché para dar una vuelta por ahí.
Correr de regreso a ver a los Wailers, grupo que acompañó siempre a Bob Marley y que ya ha visitado en un par de ocasiones este festival. No deja de maravillar el verlos. Acompañados en la voz por quien creo es Ziggy Marley, hijo del legendario vocalista. Quizá me equivoco, pero el parecido físico y su forma de cantar me dieron esa impresión.
Después escuché el surf de Los Straitjackets. Tocaron, como es su costumbre y como lo dice su nombre, elegantemente vestidos y con sus características máscaras de luchadores. Les guste o no el surf, hay que reconocer la admirable forma de tocar la guitarra de estos hombres. Un grupo para ver en vivo, sin duda.
Fui al escenario rojo, instalado en el terrerío de una cancha de futbol. Bien el hecho de que hubiera pasto, pero tanta tierra... Tocaba Árbol. Sólo conocía dos o tres canciones suyas (que no tocaron), pero es una de las buenas bandas argentinas que vino esta vez.
Regresé a ver a un estelar... el señor Bersuit. Cada que uno lo ve lo admira más.
Escuché, a lo lejos, a Santa Sabina. Su reencuentro oficial después de su separación, hace unos años, por el embarazo de Rita. Los años que carga ya esta vocalista no cambian su gran voz.
Fui al escenario azul, una vez más, a ver al Haragán y Cía. Grupo venerado del rock urbano, directito de Iztapalapa. No soy gran fan, aunque me gustan algunas canciones, pero fue un movimiento estratégico para adelantarme a quienes llegarían poco después a ese escenario... Los Tres.
¿Qué decir de estos señores (que, como algunos sabrán, no son tres sino cuatro)? Uno los ve en el escenario y podría pensar que es uno de esos grupos de ancianos que tocan en el bar de Sanborns; pero, cuando comienzan a tocar es otra historia. Otro ambiente se apodera del lugar. Tocaron casi todos sus "hits" hasta llegar a una gran sorpresa... su versión del "Jefe de Jefes" de los Tigres del Norte. Nadie lo esperaba. Fue entonces cuando los cabrones se fueron... Y digo los cabrones porque parecían haber dejado algo pendiente cuando, ya que todos caminábamos al otro lado casi frustrados, regresaron a entonar "Déjate Caer". Fue, sin duda, quien se llevó la tarde...
Después corrí, ya de salida, a ver a Los Auténticos Decadentes. Los he visto muchas veces antes, pero llevaba puesta una playera suya y no podía irme sin verlos... Además, el baile y el slam van asegurados.
Muerto, exhausto, llegué al metro. Ni ahí pude descansar pues, obviamente, iba a reventar. Llegué a las 12:30 a.m. a mi casa. Descansar unas horas para prepararse para el día siguiente...
(continuará)
Así se escoge a los ganadores del Latin America´s 50 Best Restaurants
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(Este texto se publicó originalmente en Animal Gourmet)El 23 de septiembre
pasado el patio central...
Hace 9 años.