Por varios días había pensado en escribir, de nuevo, sobre mi eterno hartazgo con los males que se dan a diario en nuestras calles. No me refiero a robos, secuestros, accidentes y demás, sino al caos que se crea allá afuera.
La gente maneja mal. No es tan difícil manejar bien, ¿o sí? Me pregunto si estarán haciendo un esfuerzo por hacer lo contrario a lo que deben hacer. Eso sin tomar en cuenta el cerebro hidrosoluble de los capitalinos al cual ya he hecho referencia en otras ocaciones.
Ya olvidamos la premisa de que el carril de la izquierda es de alta velocidad, el de enmedio de media y el de la derecha para los cautos que gustan manejar a 20 km/h. Ahora parece que le tenemos miedo al carril derecho. Todos manejan por el carril central si van lento y por el izquierdo si van medio lento, entonces sólo queda rebasar por la derecha, cosa que debiera estar prohibida.
Los camiones no contribuyen. Debieran ir, támbién, por los carriles derechos (y fuera del Periférico), pero usan cualquier carril que su humor les dicte.
Cada día es más inverosímil el estado de las calles. Ahora, de un día al otro, dinamitan la calle, o al menos eso parece. Cuando lo arreglan no es mucho mejor, pues ahora creo que ni chapopote ponen, por lo que el asfalto dura media hora en su lugar antes de volver a erosionarse.
Por si fuera poco, los bloqueos como los de hoy convierten las horas transitables en un infierno. Un trayecto de media hora se transforma en uno de dos horas.
Además, cuando más se necesita, los policías llegan a ayudar ...quién sabe a quién. Por desgracia no sé quién les da las instrucciones de qué calle cerrar y dónde estacionar su patrulla pues, si lo supiera, ya habría ido a decirle algo.
¿Qué falta para que la SETRAVI, o cualquier otra dependencia que se compadezca, ponga orden?