Un movimiento guerrillero, que alcance cambios de manera radical y original, es lo que hace falta en México para lograr que la ciudadanía participe en la vida democrática y sea escuchada.
El lunes 19 de octubre, Alejandro Pisanti, experto en informática de la UNAM, publicó en su blog un post titulado Oposición a impuestos especiales a las telecomunicaciones y servicios de Internet, donde planteó que las telecomunicaciones no son bienes suntuarios sino necesarios, por lo que no debía aplicárseles el IEPS del 4% -ni del 2%, como ya sugería una propuesta alternativa- y que debíamos repetir hasta el cansancio que Internet es necesario. Esto se tradujo, horas más tarde, en el movimiento #internetnecesario dentro de la página de microblogging más conocida: Twitter.
Los mensajes enviados con esta etiqueta arrancaron con el acelerador a fondo, llegando a su máximo durante la media noche de ese mismo día, y enganchó a usuarios que apoyaron esta postura sin conocer su procedencia y, a veces, sus implicaciones.
Los nuevos rebeldes fueron escuchados fuera de su base de operaciones gracias a infiltrados en los medios de comunicación como León Krauze, Salvador Camarena, Mario Campos, Katia d’Artigues, entre otros.
La simpleza de etiquetar mensajes con la leyenda #internetnecesario ganó efectividad cuando los senadores, principalmente perredistas y petistas, mostraron sensibilidad –o astucia política- e invitaron a representantes twitteros a una mesa de discusión. La ganancia no se dio por acercarse a los políticos (por el contrario, fue una estrategia equivocada según afirma Salvador Camarena en su columna El error de l@s twitter@s, publicada en El Universal el 23 de octubre) sino por la articulación del movimiento. Acciones como la foto de este fin de semana son prueba de la naciente coordinación de este grupo, alcanzada por medio de tweets y social media.
Coincido con Camarena cuando dice que este movimiento debe concentrarse en aprovechar los espacios no convencionales, como Internet, y no lidiar de frente con la política en un medio en el que llevan todas las de perder debido a su inexperiencia.
El movimiento de la Otpor (resistencia, en español), en Yugoslavia, logró derrocar al régminen de Milosevic por medio de una organización sin jerarquías. Los jóvenes llenaron la ciudad de imágenes y graffitis de puños negros y propagaron una actitud de cambio entre sus familiares y conocidos. No había elementos para arrestarlos o enjuiciarlos, pero los cambios se lograron.
Una Otpor mexicana, que domine Internet y actúe de formas imaginativas cuando sea necesario, es lo que le hace falta y conviene a México para desarrollar una cultura cívica y política en una población cansada y apática.