Había olvidado ese dolor profundo que carcome el pecho, el estómago y que se filtra por el abdomen. No es un dolor intenso como el de algún malestar físico, pero sí es un dolor más penetrante, sin remedio aparente. Mezcla de amor y coraje, de dolor y alegría... (Más amor que coraje y menos dolor que alegría)
Te leo. Me gusta, aunque termine condensándose en gotas de ácido escurriendo por mi interior, destruyendo órganos y tejidos a su paso.
Me fascina el presente e imaginar el futuro. He repetido ad nauseam la alegría que me domina, la ilusión que me invade, el deseo que me corroe. Pero me duele el pasado. Tú pasado y mi pasado. Te leo y me leo. Imagino cosas que conozco y otras que no me corresponden.
Me dueles. "Me dueles. Mansamente, insoportablemente, me dueles. Toma mi cabeza, córtame el cuello. Nada queda de mí después de este amor", diría Sabines. Me dueles pero me gustas. Me dueles pero me llenas. Me dueles pero no encuentro nada más fuera de ti que no seas tú. Me dueles con un dulce, suave dolor que me convierte al masoquismo.
¿En qué momento apareciste? Me tomó por sorpresa -sé que a ti también- y no estaba listo para soportar el dolor -no porque no quisiera hacerlo, pero es bueno estar preparado-. Aún así, me gusta recibir los golpes por ti y por mí, aguantar, berrear -aunque no lo entiendas-... quedarme contigo.
Me restituyo cuando, al final del día, me tomas entre tus brazos, cuando con el gesto indescriptible de ternura me envuelves, cuando duermes, cuando me haces tuyo y te hago mía y cuando, tras escapar de ese tunel de amargura, de ese oscuro y sucio pozo, me doy cuenta, una vez más, que te quiero.
¿Qué sería de mí sin ti, sin Estrella Polar, sin gomitas, sin palomitas en el cine y sin flores con olor a limpio? ¿Qué sería de mí sin tu amor?
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(Este texto se publicó originalmente en Animal Gourmet)El 23 de septiembre
pasado el patio central...
Hace 9 años.
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