domingo, 4 de mayo de 2008

Respeten mi autonomía como duende de Elektra...

En las últimas semanas he bebido cual animal sin mañana. Entre mi ansiedad característica que no me permite tener algo enfrente y no comerlo/beberlo y un gran vacío interno que se adueñó de mi ser hace algún tiempo forman una combinación explosiva. Le debo una disculpa pública a IZ, a quien dije cosas que ni siquiera recuerdo en su totalidad, que no dije premeditadamente ni con intención pero que, ciertamente, no debí decir. Me pone realmente triste que haya sucedido.

Veo fotos mías con los ojos rojos cerrados casi por completo, cual tarado leproso deambulando por las calles en la Edad Media (no sé por qué me trae esa imagen a la mente) y me da repulsión. Me sorprenden los cambios físicos que puede ocasionar el alcohol. Es una etapa por la que pocas veces había pasado. Simplemente no va conmigo.

Por eso he decidido - y espero no olvidarlo - dejar de beber tanto. No por ello estaré peleado con el alcohol. Volveré, simplemente, a los ritmos racionales y coherentes que mantenía antes... Un par de copas de vino, un par de chelas, un par de curados de cacahuate (fue parte de lo que bebí ayer y recuerdo que estaba buenísimo), un par de vasos de algo más. Recobrar el respeto por mí mismo y por el mismo alcohol. ¿Qué puede apreciarse en un vino cuando se beben dos botellas? ¿A qué sabe un whisky o un mezcal después de media botella? Podría estar tomando bacardí blanc o un Petrus y daría exactamente lo mismo a esas alturas...

Las noches de queso y vino serán reestructuradas. Se trata de disfrutarlo, no de beberlo de fuentes bacanales... No volverán a verme en ese estado. He dicho.