jueves, 27 de noviembre de 2008

Mondovino

Muchas veces nos preguntamos cuál es el mejor vino. Depende, obviamente, del gusto de cada persona y de la ocasión en que se vaya a beber. También depende del concepto que se tenga de lo que debe ser un vino: el debate entre la expresión del terroir contra la modernidad y amabilidad del vino. De eso trata este gran documental que da título a este post.

Muchas veces se resume la historia a que los franceses y el viejo mundo defiende la expresión del vino mismo mientras el nuevo mundo busca vinos fáciles de beber y que resulten amables con el consumidor. Aún dentro de Francia y de Borgoña y Burdeos mismos la modernidad ha atacado duro. Nombres como Robert Parker, Michell Rolland, Robert Mondavi son algunos de los principales en lo que a mercadotecnia vinícola se refiere. Poco sonados son los nombres de quienes defienden la vinificación rústica. La gente busca beber vinos buenos sin tener que esperar años para tomarlos, lo que le ahorra trabajo a los nombres mencionados. Una calificación de Robert Parker o de Wine Spectator multiplicará las ventas de un vino exorbitantemente. ¿Quién dijo que sus gustos eran los correctos? Nadie lo hizo, pero tuvo gran éxito y resultó muy conveniente, casualmente, para la industria californiana: vinos amaderados que maquillan a la fruta y al terruño.

Ahora los grandes asesores internacionales como Rolland son quienes llevan al éxito a un vino. No se necesita ya ser uno de los grandes nombres clásicos para tener uno de los mejores vinos. No se necesita, siquiera, saber de vinos. Personas como Rolland llegarán a dar indicaciones y, con seguirlas al pie de la letra, Salvatore Ferragamo o Luis Miguel pueden tener vinos bien vendidos en el mundo.

Si no se tiene el dinero necesario para adquirir la tecnología y la asesoría necesaria o si se opta por utilizar los métodos clásicos, es muy probable que el reconocimiento y las ventas no figuren tan facilmente. Es el caso de miles de pequeños productores a nivel mundial. La mercadotecnia resulta ser más importante que la calidad misma, al igual que en alimentos y en cualquier tipo de producto.

Difícil de encontrar en México, deben ver esa película.

Las ventas de vinos a las que he asistido en estas últimas semanas me han agradado. Los distribuidores llevan una selección de productos que buscan vender. Quizá no lleven sus vinos más prestigiosos pero llevan, sin duda, una que otra cosa interesante. Uno puede ir mesa por mesa - a veces llegan a ser muchas- probando todos los vinos para ver cuál o cuáles le convencen antes de comprarlos. No se depende, así, de la recomendación de un desconocido o de la calificación de una etiqueta. ¿Te gusta? ¿Te convence la relación precio-calidad? Cómpralo. ¿No? Nadie te obliga. Yo compré, en ambas, más de lo que hubiera querido gastar. Un vino blanco de uva Torrontés (tiene sabores a litchi y maracuyá bastante marcados, fácil de beber), un Alfa Crux Malbec con varios años por delante (me gustó más el Blend, pero se equivocaron al armar el pedido y no me di cuenta hasta llegar a mi casa), un vino español calificado en la guía Peñín por encima del Pingus (lo dudo enteramente, pero está muy rico), un oporto orgánico (sabores más herbales a diferencia de la ciruela pasa característica), pinot noir chileno (no mi favorito pero no tenía pinot en mi casa), una mezcla predominante de grenache australiano, un Sobreño de Toro (de las nuevas grandes regiones vinícolas españolas) y un gran cabernet australiano con sabores a nuez moscada y mentoles.

De todo se puede encontrar en estas ventas. Paulina Vélez lleva buena parte de los vinos mexicanos, artesanales y versátiles. Sophie Avernin lleva su entendimiento y selección de vinos franceses (aunque ahora también de otras regiones del mundo). Vinos italianos, españoles y de casi cualquier lado pueden encontrarse ahí. ¿Cuál sigue? Sophie Avernin tendrá su venta el 5 y 6 de diciembre en sus oficinas de la Condesa. Sólo se encontrarán, supongo, sus productos, pero valdrá la pena darse una vuelta, aunque sea pa' saludarla.

Dos Sorpresas

La primera apareció en mi refrigerador el día de hoy. No se alcanza a apreciar muy bien pues la cámara de mi celular no enfoca bien los textos pero es una prueba infalible de que el hijo del papá no mentía: era, en efecto, el hijo del papá, del dueño de Promotora Mexicana Gaitán.

La segunda apareció durante el festejo de nuestra amiga poblana. Nótese cómo no dice Tequila ni Mezcal sino únicamente "Licor de Agave". Yo cuestionaría que fuera siquiera eso, pero bueno. Se tomaron en serio su telenovela.