martes, 10 de febrero de 2009

Uno, dos, tres, diez, veinte cables sobre tu cabeza, conectados a ella. Impulsos eléctricos salen de algún punto de tu cerebro hacia esos nodos, descargándote. Parecen horas las que tienes que "relajarte" en un sillón viendo a la pared, sin moverte. Después te recuestas y, con un poco de suerte, duermes un rato. Fuera todos, uno a uno, dejando una pomada sobre tu pelo y tu frente. ¿Todo para qué? Ya veremos...