martes, 11 de agosto de 2009

Sobre mi futuro político

Llámenme exagerado, romántico o ridículo pero hoy, al pasar al super camino a mi casa, un acto muy sencillo me cayó como bofetón luego de una charla con T.

Llegué a la caja, deposité todo en la banda, pagué y, luego de sellar mi boleto y tomar mis bolsas, me disponía a darle la acostumbrada propina a la señora que me ayudó cuando, no sin sorprenderme y a pesar de mi insistencia, me dijo: "No, no es necesario". Supuse que se trataba de una cajera quien, luego de cerrar su registradora, se dispuso a ayudar a empacar las cosas. Aún así pudo haber tomado las propinas ganadas por su no menospreciable ayuda, pero no fue así. Me pareció un acto de gran compromiso con su equipo de trabajo y su empleo mismo.

¿A qué va todo esto? A que acababa de hablar con mi casi-siempre-atinada y siempre sensata novia sobre mi meta en la vida y mi falta de compromiso para con ella (la meta, no la novia). Siempre he sido, como dije en un post reciente, cambiante. En algún momento pensé que formaría parte de una revolución, luego quise tener un puesto en el que pudiera poner en práctica políticas públicas limpias y efectivas, después quise ser investigador, luego enólogo... En fin, por eso no paramos. Sin embargo, ya es momento en que defina un rumbo y apunte las miras hacia el final del mismo, comenzar a forjar una carrera, una reputación y un prestigio.

Me gustaría ser enólogo, sí, pero la inversión en tiempo es mucha (en varios sentidos) y los sacrificios para ponerlo en práctica no son pocos. Tener un puesto importante en la administración pública es algo que, por ahora, no me convence... La grilla, como bien saben, es algo que no me inspira. Sin embargo, sí me gustaría contribuir a ese diseño institucional y al desarrollo de una cultura democrática en este país. Me gusta escribir, por lo que podría sumarme a las filas del periodismo, pero hay algo que me llama a algo más, algo parecido a ese terminajo de moda: "analista político". Sergio Aguayo es un buen ejemplo por su interés en la cultura política, pero simpatizo más con Ciro Murayama y su perfil, creo, un poco más intelectual y menos mediático. ¿Por dónde empezar entonces?

El primer paso, probablemente, deba ser el que sugirió, antes de estas conclusiones parciales, T: tomar un curso de redacción. Eso me servirá no sólo para este ámbito sino también para lo que espero conservar como un pasatiempo que pudiera llevar paralelamente: escribir sobre vinos y comida.

Para empezar, le mandé un mail a Ciro con un par de dudas sobre el Instituto de Estudios para la Transición Democrática. Después, buscaré un curso de redacción, tomaré el puesto que me ofrecieron en Expansión para conocer un poco acerca de comunicación institucional y periodismo y, finalmente, mantendré los ojos abiertos a una chamba más ad hoc con mis intereses, aunque me mantendría abierto a la posibilidad de trabajar en el sector público, para ganar un poco más de experiencia en gobierno y conocerlo de cerca.

Los sueños de ser el enólogo más reconocido de México quedan de lado. No por eso abandonaré mi gusto por el vino y la cerveza, la comida y el mezcal, el whisky y toda la cultura que gira en torno a estos temas. Quizás me inscriba, un poco más adelante, a los cursos para sommelier, escriba al respecto de manera seria y, a mediano o largo plazo, ponga en práctica mi idea de importar cervezas o whiskies e, incluso, de poner un baresillo.

Hoy, en pocas horas, mi rumbo de vida tomó un poco más de claridad.