domingo, 17 de febrero de 2008

Detesto que la gente maneje mal, que mientan como si uno no se diera cuenta, que los gallos canten todo el día y toda la noche, que la gente no entienda lo evidente. Detesto, en pocas palabras, que las cosas no sean como deben ser según la lógica y según la razón. ¿No somos homo sapiens sapiens? A veces pienso que valdría más la pena ser animales comunes y corrientes, para no desperdiciar atributos, para no hacer corajes.

Por eso soy amargado por naturaleza. El mundo me amarga cada día más. Por eso ahora me volveré un animal hecho y derecho, donde impere la ley del más fuerte. Sólo por eso ahora voy diariamente al gimnasio, para matar (o al menos herir de gravedad) a cualquier contrincante.

Zanga

He vuelto de un fin de semana en tierras calientes. Un viaje lleno de excesos, sol, irreverencias y violencia casi (cuando no absurdamente) inecesaria. El cubilete tiró una quintilla de ebrios, el waterpolo materializó las marcas y cicatrices de toda batalla de machos dignos y la música cobró la vida de varios sueños.

Al final, dos y medio días de borrachera digna de José Alfredo. Tequila, sotol, whisky, ron... todo fue. Ahora corre por mis venas quizá más de un litro de aditivo.

Redescubrí a Café Quijano con una canción a lado de Sabina: No tienes corazón. ¿Cómo es que siempre hay una canción para todo? Me sorprende esa raza de cantores que, sin duda, son hombres de mundo y han vivido la vida.

Fotos de esta épica aventura en mi CaraLibro.

Pd. La soberbia, el egoísmo y la falsa valentía lastiman.